agosto 28, 2012

MATAPERROS


MATAPERROS

La noche del 24 de Agosto del 2012 Textofilia Ediciones presentó en la magnífica Capilla Gótica  del Instituto Cultural Helénico, el libro de cuentos Mataperros, de Manuel Pereira.








5 comentarios:

  1. Con placer y nostalgia, mi estimado Pereira, he leído Mataperros. Placer porque es un libro ameno, bien escrito, con ese humor que sale de la más profunda tragedia, que casi siempre es el mejor. Y nostalgia porque en ese texto hablas acerca de un mundo perdido, que yo sabía cercano a mí, pero que no sabía cuánto lo era, hasta que lo leí.

    Existieron profundas similitudes en nuestras infancias en dos polos opuestos de La Habana. Pero no estoy hablando de similitudes sólo en el orden anecdótico. Hablo de similitudes en el sentido de como los dos asumíamos aquel mundo cruel y agresivo. En realidad nunca lo asumimos. Estuvimos en él por lo que Lezama llamaba el azar concurrente. No lo escogimos, ni teníamos posibilidad de evadirlo. Yo, al igual que tú, viví esa violencia como una alternativa de incorporarme de alguna manera a la realidad que se imponía y nos circundaba, o inundaba, aunque siempre en nuestro fuero interno la rechazamos y nunca la entendimos.

    En mi primer libro de poemas, Permiso para hablar, la sección inicial está dedicada a Los Pocitos, el barrio de Marianao en el que viví mi infancia, igual en todo a lo que narras sobre la Loma del Angel. Allí hay poemas en los que abordo ese mismo rechazo e incapacidad de comprender y asimilar mi entorno, como tú en Mataperros, e igualmente reafirmo mi participación en él, como digo en un verso: "para no quedarme solo". Hablando de los enfrentamientos de pandillas entre la de Los Pocitos y la de Cocosolo (barrio vecino al de Los Pocitos, sólo separados por la Calzada Real de Marianao) digo que "volaban los tu madre, las pedradas; volaba el miedo, de eso estoy seguro". El miedo sobrevuela Mataperros como una presencia concreta. Yo también lo conocí en Los Pocitos ...

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  2. Y por supuesto, en ese barrio fui testigo y parte de todo cuanto narras tan admirablemente en tu libro, léxico incluido. Es por ello que me ha conmovido tanto, porque no es sólo lo que conmueve a un lector en un libro, sino que ambos vivimos en nuestras infancias la misma realidad, además con la misma asimilación de ella. Para mayor coincidencia, uno de nuestros progenitores no pertenecía espiritualmente a la esencia del barrio. En mi caso se trataba de mi padre. Mi abuelo había sido, era en aquel tiempo, dueño de una finca tabacalera en Caimito del Guayabal, y mi padre, aunque separado en lo material de la familia, siempre conservaba en su filosofía, hábitos y comportamientos de la clase social de la que provenía, lo que lo llevaba a constantes diatribas en contra de mi madre, del barrio, de todo. Mi padre tampoco fue una presencia cotidiana o un soporte de ningún tipo, pero pienso que el peso de su origen influía en el que yo no me sintiera totalmente parte de Los Pocitos, en el mismo sentido que tú no te sentías totalmente parte de la Loma del Angel, debido a la gallega.

    Pero hay algo más en tu libro que me parece excelente. Se trata de la abrupta perdida de identidad de la Loma del Angel (y por ende de toda la ciudad), a partir del triunfo de la Revolución. Esa es la esencia más dramática y terrible de tu libro y quizás su mayor logro en mi opinión. Yo tengo esa experiencia porque viví en carne propia la pérdida de identidad de mi barrio. No voy a balbucear palabras describiendo cómo era la Plaza de Marianao, o la Esquina del Café Raúl, desaparecieron en su esencia y algunas veces, las más, fisicamente, porque tú lo has hecho ya en tu libro y sabes muy bien de qué hablo.

    Pero no sólo tenemos memorias similares por la Loma del Angel o Los Pocitos, es que a los 13 años mis padres se mudaron para Industria y Trocadero (una de las puntas que demarcaban el barrio de Colón, como bien conoces). De allí sólo te haré una anécdota: por supuesto, como Joaquín, yo vivía esperando al borde de la locura el momento en que las putas me permitieran "ocuparme", como se decía. Me paraba en la puerta de los bayús y las putas me pedían que me acercara. Yo, todo temblor, pensando que ya iba a realizarme, me acercaba. Entonces una de ellas estiraba la mano y me cogía por el bulto. Luego de palparlo me lapidaba en vida diciéndome: todavía estás muy pequeñito para ocuparte. Esa cuenta entre las frustraciones más grandes que recuerdo en mi vida...

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  3. Por cierto, como dato curioso o mejor mágico, te diré algo. Hablando con Conte una vez de ese anecdotario de las putas y del barrio de Colón, me dijo que en esa época el vivía en la esquina de Industrias y Colón, si mal no recuerdo. Pero nunca lo conocí allí en el barrio, quizás por dos motivos: yo vivía con la nostalgia de Los Pocitos y los amigos que había perdido allá. Y todos los días agarraba la ruta 43 en Neptuno e Industrias y me iba para Los Pocitos. Yo fui siempre como tú: un niño dado a su suerte, que sus padres nunca velaron en dónde me metía u ocupaba mi tiempo. El resto de la vida que me sobraba de Los Pocitos la dedicaba a bayusear. Cuanto peso me caía en la mano iba a gastarlo con las putas a mi regreso de Los Pocitos. Yo viví la gloria y decadencia del barrio de Colón. Viví allí hasta 1962 y vi como fueron apareciendo los letreritos en las casas que se mencionan en tu novela: "No moleste. Aqui viven personas decentes".

    Es decir, que en un momento dado, y casi con las mismas edades: coincidimos Conte, tú y yo en un mismo entorno sociosicológico. Y otra vez habría que recordar el azar concurrente, no sólo por recordarlo sino porque Lezama, como para validar la verdad de ese adagio, precisamente, como tú bien conoces, vivía en esa época, y después de ella también, en Trocadero, entre Industrias y Consulado, es decir, a solo unas puertas de Conte y yo, y muy cercano a la Loma del Angel. Apenas cinco o seis años después, confluiríamos todos.

    Bueno, mi estimado Pereira, ya termino este quizás demasiado largo email. No sin antes agradecerte una vez más haberme devuelto aquel mundo que la Revolución nos quitó de un plumazo. Y ese es uno de los grandes crimenes de la Revolución: haber matado la identidad de las calles y los barrios de nuestro pais.

    Abrazos,

    José Yanes

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  4. Me gustó. Mataperros me gustó y me hizo evocar mi propia infancia. Sí, efectivamente, como bien dices, Manuel, es un rescate antropológico el que haces e invitas al lector a hacer el suyo propio. A evocar los años de la infancia, a contrastar las vivencias tan diferentes por las condiciones sociales y económicas, pero tan cercanas por la inocencia, la frescura, la ingenuidad, la avidez por el descubrimiento.
    Si hubiera nacido en Cuba seguramente hubiera sido una pesada e insufrible gótica, envidiando la libertad de los mataperros. La madre de Joaquín me recuerda a la mía. Tan elegante, íntegra, aristocratizante, usando sus camafeos sobre las blusas de seda… ¡Las madres, qué gran regalo de Dios! Mi abuelo materno fue fotógrafo, inició en México el daguerrotipo y fue testigo presencial de hechos históricos como la Decena Trágica, de la cual pudo dejar plasmadas fotografías. De tal manera que en la familia Álvarez Tostado –la materna- el ser fotógrafo es una distinción y ser “la nieta del fotógrafo” de Tostado Grabador es toda una distinción; así que cuando leí “El hijo del fotógrafo” no pude más que esbozar una sonrisa de complicidad.
    Así fui pasando las páginas y mi mirada iba más allá de las palabras tan bien escritas, para perderse en los diferentes mundos: algunos totalmente desconocidos, otros añorados.
    Hubo anécdotas curiosas, otras tiernas, unas más cómicas, pero hubo dos que me parecieron tremendamente duras: “La hermanita del carbonero” y “Coco y su hermano”.
    Me hicieron pensar en la injusticia, la carencia, la dualidad de esta vida, en la decepción. Movieron mis entrañas.
    En algunas historias –como en “Antropófagos”- sentí que estábamos en la sala de tu casa, y escuchaba tu voz, con su peculiar acento dando palabra a tus pensamientos. Podía ver cómo iba desenredándose la madeja de letras desde el centro de tu cerebro, para construir una idea, que se hilvanaba con la siguiente y dar paso a toda una explicación sobre las diferentes mitologías, el surgimiento del sincretismo, la necesidad de las creencias. Pude ver al rubiecito asustado e intimidado por el mágico mundo que lo circundaba.
    “Azogados” me llevó a recordar a mis amigos imaginarios. Tenía dos: Lupe mala y Lupe buena. ¡Imagínate! Al ser una niña más bien solitaria, me construía un mundo imaginario.
    Luego pensé que Lucio, el amigo imaginario de Joaquín, quizás hubiera llegado a constituir el alter ego de Manuel…
    Mmmm… “Texturas” me robó el corazón. Es poesía pura. Invita a una lectura acompasada y en voz alta. ¿Algún día lo podrías leer? ¡Gracias por Mataperros!
    Lourdes Medina

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  5. Acabo de leer tu comentario a mi comentario. Podría decir "¡Por pura casualidad!", pero ni yo mismo lo creería. Fue "Por pura vanidad". Volví a Biografía de un desayuno, después de tres días en la aldea (donde suelo pasar los fines de semana que, este, se prolongó hasta hoy, bueno hasta ayer pues ya es miércoles, pues mi compañera tenía que visitar clientes de su trabajo comercial como asesora financiera de seguros y debí acompañarla). Y digo "por vanidad", aunque casi estoy libre de ese pecado capital pues no he logrado vancerla ante algunos personas por las que siento admiración que no puedo explicar totalmente aún cuando soy de los seres humanos que creen que lo saben todo sobre si mismo. Y tú estás entre esos pocos -creo te lo dije alguna vez en otro azar de comunicación que hubo entre nosotros-. Y para cerrar este elogio que no explica el porqué, solo tengo una pista: pienso que "El Conocimiento" te atrae (iba a decir "casi", pero eso ya es otro tipo de "vanidad" -insana-), te atrae y seduce tanto como a mi. Y algo hay de esa pasión tuya en lo que describes en "...un desayuno".

    Antes de terminar -escribiendo mi dirección para que cumplas tu ofrecimiento-, te doy noticia que, supongo, entusiasmará. Estoy en proceso de publicar "mi primer libro". Y aunque no podré enviártelo fisicamente pues no dispongo siquiera de dinero para comprar ejemplar para para mi mismo -lo ofertará "bajo demanda" una de las muchas editoriales virtuales que existen en La Red, United PC-, podría enviarte copia en .pdf.,si te interesara "hojearlo". Se titula "Experimento: Ella y ÉL completamente solos. Y cuenta de lo único que puede tratar un libro con ese título. El género es, tal y como lo define el propio Juan Manso -uno de los dos protagonistas de la obra-, NET (Novela, Ensayo, Testimonio).

    Lázaro Buría Pérez
    C/Alicia Concepción Alvarez 390, 4A
    33209 Gijón, Asturias,
    España.

    Gracias, y excúsame haber provocado que rompas esa "Regla de Oro".

    PD: mi correo, por si te sirve para algo,es

    lazaroburia@telecable.es

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