ANTES QUE ME PREGUNTEN: Sí, conocí a Fidelito fugazmente el 8 y el 9 de enero de 1959 en mi barrio de La Habana Vieja por donde él entró junto con su padre en la histórica Caravana de los Barbudos Armados.
Al siguiente día volví a verlo escoltado por dos barbudos, paseándose por mi vecindario. Todos los niños acudimos a verlo. Sonreía mucho, estrechaba manos, quería jugar a la pelota en el Parque del Anfiteatro con nosotros, tal vez imitando a su padre que en esos tiempos le daba la mano a todo el mundo y jugaba béisbol donde quiera que se presentaba la ocasión.
Como teníamos la misma edad y misma estatura, y ambos rubios, Fidelito habló un poquito más conmigo sobre no recuerdo qué. También ocurrió que mi madre me había disfrazado con una gorrita verde olivo y una barba postiza y, por tal motivo -medio en broma y medio en serio- algunos vecinos me confundían con Fidelito y yo los mandaba al diablo entre risas.
Después de eso, no volví a verlo ni en periódicos, ni en televisión, mucho menos en persona. Simplemente desapareció de la escena pública. Nadie sabía nada y yo, mucho menos. Eso es todo lo que puedo decir a título personal. El resto es más o menos del dominio público.
EN LA FOTO: El mítico Comandante Camilo Cienfuegos, Fidelito y su padre, tal y como los conocí en esos primeros días de enero, en mi legendario barrio habanero, en aquel inolvidable año 1959.
Al siguiente día volví a verlo escoltado por dos barbudos, paseándose por mi vecindario. Todos los niños acudimos a verlo. Sonreía mucho, estrechaba manos, quería jugar a la pelota en el Parque del Anfiteatro con nosotros, tal vez imitando a su padre que en esos tiempos le daba la mano a todo el mundo y jugaba béisbol donde quiera que se presentaba la ocasión.
Como teníamos la misma edad y misma estatura, y ambos rubios, Fidelito habló un poquito más conmigo sobre no recuerdo qué. También ocurrió que mi madre me había disfrazado con una gorrita verde olivo y una barba postiza y, por tal motivo -medio en broma y medio en serio- algunos vecinos me confundían con Fidelito y yo los mandaba al diablo entre risas.
Después de eso, no volví a verlo ni en periódicos, ni en televisión, mucho menos en persona. Simplemente desapareció de la escena pública. Nadie sabía nada y yo, mucho menos. Eso es todo lo que puedo decir a título personal. El resto es más o menos del dominio público.
EN LA FOTO: El mítico Comandante Camilo Cienfuegos, Fidelito y su padre, tal y como los conocí en esos primeros días de enero, en mi legendario barrio habanero, en aquel inolvidable año 1959.
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